sábado, 1 de mayo de 2010

Liderazgo Gerencial Humanista: Una necesidad impostergable en educación


Mg. Manuel Lezama Lezama[1]
mlezama20@hotmail.com


RESUMEN
Existe la necesidad de fomentar en las instituciones educativas, la práctica de un liderazgo gerencial, añadiendo la categoría humanista, de tal manera que se comience a mirar a cada uno de los miembros de la comunidad educativa no solamente como el rol que desempeñan, pues detrás de la función y sosteniéndola está la persona, que no se agota de ser director, profesor, alumno, auxiliar, personal de servicio, empleado o padre de familia. La persona es mucho más que el rol que desempeña.

ABSTRACT
Exists the necessity of fomenting in the educational institutions the practice of a managerial leadership, adding the humanist category, in such a way that begins to look each one of the members of the educational community as the list that they carry out, because behind the function and sustaining is the person that is not drained of being managing, professor, student, auxiliary, personal of service, employee or family father. The person is much more than the list that carries out.

PALABRAS CLAVE

Líder, Liderazgo, gerencial, gerente líder, sociedad, paradigma, confianza, humanista.

INTRODUCCIÓN
El presente trabajo tiene por finalidad revisar algunas definiciones que sobre liderazgo existen, incidiendo en el liderazgo gerencial y mucho más en el liderazgo humanista, de tal manera que se propone complementar ambas categorías obteniendo como resultante lo que nosotros denominamos un liderazgo gerencial humanista, aquel que permite alcanzar las metas propuestas sin dejar de lado un requisito indispensable en las relaciones interpersonales: mirar a los demás como fines en si mismos y no como objetos o instrumentos. A partir de este planteamiento y valiéndonos de las ideas de Amitai Etzioni, proponemos que sólo con la práctica de un liderazgo gerencial humanista se logrará construir la “buena sociedad”, aquella en la que el principio antropológico y personalista ocupe un lugar central.

LIDERAZGO GERENCIAL HUMANISTA: UNA NECESIDAD EDUCATIVA IMPOSTERGABLE.
¿Por qué liderazgo gerencial humanista? ¿Por qué no sólo liderazgo gerencial? o simplemente, ¿Por qué no liderazgo a secas?

La respuesta es obvia, se puede ser gerente sin ser líder, cuando lo ideal sería la complementación de ambas categorías, añadiendo además la categoría “humanista” que a nuestro juicio es más importante que las dos primeras. En educación esta afirmación cobra mayor significado puesto que los directivos de instituciones educativas aún distan mucho de cumplir roles gerenciales y mas aún de asumir actitudes inherentes al liderazgo humanista.

Hay muchas y variadas teorías, definiciones y clases de liderazgo, pero en lo que respecta a este trabajo nos interesa sobre todo el liderazgo gerencial, y más aún, lo que nosotros denominamos “liderazgo humanista”; un liderazgo que no solamente conduzca adecuadamente a la organización hacia el logro de sus objetivos y metas, sino que trate a cada uno de los agentes, no solo como instrumentos sino sobre todo como fines en si mismos.

Ralph, M Stagdill, citado por Stoner, J. frigman, R y Gilbertjc, D. (1996: 514-515) en su resumen de teorías e investigaciones del liderazgo, define al liderazgo gerencial como:
“… proceso de dirigir las actividades laborales de los miembros de un grupo y de influir en ellos”.

Esta definición tiene cuatro implicaciones importantes: En primer término, el liderazgo involucra a otras personas. Al personal docente, administrativo, de servicio, a los padres de familia y alumnos. Los miembros del grupo dada su voluntad para aceptar las órdenes del líder, ayudan a definir la posición del líder y permiten que transcurra el proceso de liderazgo. Si no hubiera a quien mandar, las cualidades de liderazgo del gerente serían irrelevantes.

En segundo lugar, el liderazgo entraña una distribución desigual del poder entre los líderes y los miembros de grupo. Las cinco bases del poder del gerente emanan del: poder de recompensa, poder correctivo, poder legítimo, poder de referencias y poder experto. Cuanto mayor sea la cantidad de estas fuentes de poder que están a disposición del gerente, tanto mayor será su potencial para ser un líder efectivo.

El tercer aspecto del liderazgo es la capacidad para usar las diferentes formas del poder para influir en la conducta de los seguidores de diferentes maneras.

El cuarto aspecto es una combinación de los tres primeros, pero reconoce que el liderazgo es cuestión de valores. Así pues, la ética no se aprende de personas moralistas que nos sermonean o tratan de predicar sobre cuestiones éticas. La ética se aprende de las personas que admiramos, que ejercen su poder sobre nosotros. Ellos son en verdad los que nos enseñan la ética. Y es que no hay que olvidar, que la ética se aprende en comunidades de práctica, si en éstas no se practica la ética no hay aprendizaje posible.
Por otro lado, Alvarado (2003: 48-49) señala que todos los autores coinciden en definir al liderazgo como:

“…La acción de mover a la gente en una dirección por medios no coercitivos. En la administración se constituye en la función de conducir, guiar, dirigir a los colaboradores en base a la fuerza de las ideas, del carácter, del talento, la voluntad y la habilidad administrativa hacia el logro de los objetivos institucionales pre establecidos”.

Esta definición, nos permite diferenciar que líder es una categoría diferente, conceptual y operacionalmente superior a administrar o gerenciar.

La actividad gerencial tradicionalmente ha sido considerada como una actividad ejercida basándose únicamente en la autoridad; en tanto que el liderazgo gerencial va mucho más allá. Permite ganar la lealtad, adhesión, dedicación, respeto y obediencia espontánea y entusiasta de los subalternos, condiciones con las cuales se hace más viable el camino para arribar con facilidad a las metas deseadas.

Es necesario mencionar que el estudio de liderazgo implica referirnos no sólo al líder sino también a los seguidores, por una sencilla razón: para que una persona se considere realmente un líder tiene que haber una real disposición de las personas a seguirlo. Pero, ¿Cuál es la razón para seguir a los líderes? La respuesta va mucho más allá del simple cumplimiento de las metas institucionales o de la realización grupal, tiene que ver con la claridad en el ofrecimiento de medios o caminos que posibilita el líder para el logro de los deseos, aspiraciones y necesidades individuales. En otras palabras, debe ser capaz de crearles una visión de futuro al cual aspirar y llegar.

Según, Chávez (1994: 161) un líder puede ser definido como:
“Una persona capaz de unir a otras para el logro de un objetivo determinado, y la acción que ejerce el líder, el liderazgo, se lo define como el arte de dirigir, coordinar y motivar a individuos y grupos para que alcancen determinados fines”.

Es así, como el liderazgo implica influir e interactuar con la gente para comprometerse y alcanzar objetivos pre establecidos. En la misma orientación se encuentra la siguiente definición:

“El liderazgo es influencia, es el proceso de influir sobre las personas para que intenten, con buena disposición y entusiasmo, lograr metas de grupo. Los líderes no solo motivan a los subordinados a satisfacer sus propias metas y necesidades personales, sino también en la realización de los objetivos deseados para la organización”. (Calero, 1994: 312)
El mismo autor continúa señalando que:

“El liderazgo es una nueva filosofía de dirección para movilizar todos los recursos de la organización, en especial los potenciales humanos en el logro de la misma. El liderazgo incrementa la calidad del trabajo al dinamizar la comunicación, el compromiso y la capacidad del conjunto social para conseguir la calidad total”.

En síntesis, este autor define al liderazgo como una filosofía que nos va a llevar a conducir a todos los potenciales humanos de la institución a los logros de la misión. También es la forma de conducir a guiar a los colaboradores, es decir, al personal docente, al personal administrativo, al personal de servicio, alumnos, y padres de familia hacia el logro de los objetivos de nuestra institución educativa.

Otra definición a tener en cuenta es el planteado por Martín (2001: 219-220).
“Capacidad para desarrollar una visión global de la institución y, para aunar voluntades en torno a un proyecto común.
Esta definición implica habilidades y conocimientos:
Habilidades
- Capacidad para dirigir personas
Saber hacer, de modo que las personas consigan resultados a nivel individual y en grupo. Las instituciones obtienen resultados cuando sus docentes saben dirigir a sus alumnos hacia la consecución de resultados.
- Implicación Personal
Saber mantener actitudes y comportamientos que demuestren el compromiso permanente del docente. Existe un desgaste inevitable en el ejercicio de la docencia, muchas decisiones son difíciles de tomar y con el tiempo se debilitan las actuaciones, sacrificando parcialmente ciertos resultados.
- Capacidad para dirigir reuniones.

La mayor parte del conocimiento de las instituciones así como sus ideas y experiencias pasan por las reuniones de grupo, siempre que se conduzcan adecuadamente. La utilización de conocimientos e ideas se hace mediante la puesta en común a través de reuniones.
Conocimientos
- Liderazgo
- Motivación positiva.
- Asesoramiento individual.
- Delegación formal de autoridad y responsabilidad (empowerment).
Por nuestra parte, proponemos la siguiente definición de liderazgo gerencial:

El liderazgo es el proceso mediante el cual el gerente/director interactúa e influye positivamente en los diferentes estamentos de la comunidad educativa y los compromete para el logro de los fines y objetivos institucionales.

Ahora bien, el ejercicio del liderazgo implica la interrelación de algunos elementos fundamentales, entre ellos:

El objetivo. Constituye el elemento clave de cualquier actividad como la educación y la administración. Un líder deberá tener muy claro los objetivos institucionales, así como aquellos referidos a la satisfacción de los intereses individuales. Sólo así podrá lograr la supervivencia y el desarrollo cualitativo de la institución en su conjunto.

El poder. El liderazgo es una forma de ejercicio del poder. Basado en las cualidades que perfilan a un líder se llega a la adhesión voluntaria de los seguidores.

El estilo. Consiste en las distintas conductas que manifiestan el líder en ejercicio de su poder para integrar intereses y lograr los objetivos.

Los seguidores. La esencia del liderazgo es la adhesión, subordinación, el seguimiento y la emulación de los integrantes del grupo. (Alvarado. 2003: 49-50)

A estas alturas del presente trabajo, estamos en condiciones ya de formular una definición de liderazgo gerencial humanista, al mismo que lo entendemos así:

El liderazgo gerencial humanista es una situación en la que, el líder, gerente o director de una institución, ejerce un papel orientador y una influencia positiva en los diferentes estamentos de la comunidad educativa, no por el poder que le otorga el cargo que ocupa, sino, por sus dones de persona humana, los mismos que le permiten tratar a los demás como fines en si mismos y no como simples instrumentos a los que se les puede usar para alcanzar objetivos o metas de la organización.

Por esta razón se justifica entonces proponer que es el momento adecuado para reflexionar y tener claro que como docentes tenemos la gran responsabilidad de constituirnos en protagonistas y agentes del cambio que nuestra sociedad exige. Y que esto implica, comenzar seriamente a cuestionarnos sobre nuestro rol que actualmente desempeñamos en nuestras comunidades de práctica, fundamentalmente la escuela que es a la que tenemos que aprender a liderarla y gerenciarla para que alcance a ocupar el lugar privilegiado que le corresponde y pueda cumplir satisfactoriamente con el encargo social: formar ciudadanos competentes que puedan ser capaces de construir lo que Amitai Etzioni denomina: “La Buena sociedad”. Esta propuesta como es obvio, tiene que estar sustentada en una filosofía personalista y antropológica, la misma que plantea que el desarrollo sano y maduro del ser humano es una tarea fundamentalmente de la comunidad educativa en todos sus niveles, por lo que es indispensable que quien las dirige asuma un liderazgo gerencial humanista. No es una tarea fácil, pero no por ello podemos renunciar a un cometido en el que se cifra el presente y el futuro de la buena sociedad que deseamos para nuestro país.

LA BUENA SOCIEDAD
“Aspiramos a una sociedad que no sea únicamente sociedad civil sino que llegue a ser una buena sociedad. Entendiendo que la buena sociedad es aquella en la que las personas se tratan mutuamente como fines en sí mismas y no como meros instrumentos; como totalidades personales y no como fragmentos; como miembros de una comunidad, unidos por lazos de afecto y compromisos mutuos, y no como empleados, comerciantes, consumidores o, incluso conciudadanos (...) una buena sociedad alimenta relaciones yo-tú, aunque reconoce inevitable y significativo el papel de las relaciones yo - cosas”. (Amitai, Etzioni: 2001.)

En una sociedad así, el principio personalista, antropológico, ocupa un lugar central y lleva a tratar a cada uno como un fin en sí mismo y no como un medio. El líder humanista que aquí proponemos, tendrá que entender que detrás de la función (de sus subordinados) y sosteniéndola está la persona, la misma que no se agota en su rol de director, profesor, alumno, auxiliar, empleado o padre de familia. La persona es mucho más que el rol que desempeña. No sólo crea relaciones profesionales, laborales, sino que cultiva relaciones personales y comunitarias, aquellas en las que ya no se representa papel alguno, simplemente se es: en la familia, el trato con los amigos, las relaciones de reciprocidad en el barrio, etc.
El líder gerencial humanista de la “buena sociedad” no es un simple profesional, hábil en competencias técnicas y operativas; es mucho más, es también una excelente persona consciente de sus responsabilidades sociales. Un líder así, ha cultivado sus modos de ser (su carácter, virtudes y actitudes).

Y, ¿dónde se forma una persona así? Desde luego en las diversas comunidades de práctica donde se desempeña como persona: la familia, el barrio, la escuela en todos sus niveles, incluyendo la universidad. Y es aquí en la escuela, donde los miembros de la comunidad educativa, tienen la responsabilidad de tratarse cívicamente, de resolver los conflictos pacíficamente, de controlar las pasiones y tratar a nuestros semejantes como fines y no como meros instrumentos funcionales; tienen que aprender que tenemos responsabilidades para con los otros: familia y comunidad. Naturalmente, para lograr esta formación integral que incluye la formación del carácter, es necesario que quienes dirigen o pretenden dirigir una institución educativa tengan que dar un salto del paradigma de la certeza - al que estamos acostumbrados -, al paradigma de la confianza.

Los líderes y las instituciones que pretenden marchar de acuerdo a las nuevas realidades del tercer milenio tienen que seguir un modelo antropológico. Precisamente, el alma de la comunidad y en especial de la comunidad educativa anida en el mundo de la vida, aquel que se orienta por el paradigma de la confianza, pues lo importante no son los sistemas sino las personas.

Bajo esta perspectiva, hay que tener en cuenta que el directivo, denominado en esta propuesta, líder gerencial humanista, que es quien tiene que aprender a conducirse y conducir a la institución, tendrá que entender que el aprendizaje y la práctica de la ética son tareas indispensables en su vida personal. El ejemplo enseña. Si desea enseñar cómo ser prudente, o cómo ser sobrio en las bebidas, cómo ser puntual, cómo ser solidario, cómo ser responsable, cómo ser creativo, etc.; tiene que ser prudente, templado, puntual, solidario, responsable, creativo, etc. Si no hay buenos líderes o maestros que enseñen con su vida las excelencias éticas, no hay aprendizaje ético posible. Sin prácticas éticas es como pretender enseñar a nadar “en seco”, las clases teóricas de natación no son suficientes, para nadar hay que entrar en el agua. Igual con la ética, si quienes lideran una institución o la comunidad educativa en la que se desenvuelve la persona no practica esas excelencias, el aprendizaje es y será siempre nulo.

CONCLUSIONES
1. El liderazgo implica interactuar e influir positivamente en los diferentes estamentos de la organización comprometiéndolos para el logro de los fines y objetivos institucionales. En el liderazgo gerencial humanista, además de la influencia positiva que ejerce el líder, éste se caracteriza por sus dones de persona humana, los mismos que le permiten tratar a los demás como fines en si mismos y no como meros instrumentos.

2. El líder gerencial humanista no es solo un profesional hábil en competencias técnicas y operativas; es sobre todo una excelente persona que ha cultivado sus modos de ser y es consciente de sus responsabilidades sociales.

3. Formar ciudadanos competentes que puedan ser capaces de construir “la buena sociedad” que deseamos para nuestro país, es una tarea fundamentalmente de la comunidad educativa, por lo que es indispensable que quien la lidera sea capaz de enseñar con su vida las excelencias éticas.

BIBLIOGRAFIA
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5. CALERO PÉREZ, M : “Hacia la Excelencia de la Educación”.
1994 Edit. San Marcos. Lima – Perú.

6. ETZIONI, Amitai : La Tercera Vía: Hacia una Buena Sociedad.
2001 Edit. Trotta. Madrid – España.

7. LLANO, Alejandro : Humanismo Cívico.
2001 Edit. Ariel. Madrid – España.
[1] Antropólogo, con Maestría en Educación. Docente de la ULADECH – Trujillo.